viernes, 1 de abril de 2011

Pablo Luis Aldo Paradoxa.

Pablo Luis Aldo Perez tiene el corazón roto. Su gran amor lo ha dejado de la manera más cruel, o en realidad, lo ha amado de la manera más cruel, lo ha amado de mentira.
Él daba su vida por ella, ella daba los calzones a cualquier extraño que le plazca, o a los conocidos, no era una persona a la que le guste discriminar, sobre todo si de sexo o dinero de tratara.
Pablo se ha enamorado de un gato de doble vida, de aquellos que siempre caen bien parados, pues no le molestó demasiado que la descubriera en la cama con dos de sus vecinos, usando la lencería que él le ha regalado. Más bien, la venda de los ojos algún día ha de caer, para todos, y la ceguera del pobre joven se convirtió en la misma muerte sobre su alma, tanto así le dolía.
Nunca ha sido muy afortunado en su vida, menos en el amor.
Siendo solo un niño sus padres fallecieron en un accidente, tremenda obra del destino que lo dejó en manos de la crianza de su sabia abuela, que llegada a grande ha querido perder la memoria contrayendo un alzheimer que poco a poco le dió el gusto de borrar ciertos dolores, hasta que una noche de invierno, sus dos ángeles la vinieron a buscar en medio de cortinas blancas volando desde el más profundo sueño.
"Dios ha sido tan piadoso con mi pobre nana" (pensaba en medio de insomnios colmados de llanto) "tal vez si le ruego tan fuerte podría acordarse de mi". Y pensando así rezó:
-Padre nuestro que estás en los cielos, si la misericordia existe y yo he de merecerla, bórrame la memoria, arranca de mis recuerdos tanto dolor y olor a muerte, así sea de un golpe, un rayo que me fría los sesos, cualquier cosa sería menos angustiante que la marca que la vida ha dejado en mi. Quiero empezar de cero, hacer una nueva historia, forjar mi futuro sin saber quien soy, eso sería lo mejor. Puesto que ya no me quedan fuerzas para hacerle frente a mis demonios, he de preferir la más inminente de las amnesias.
Uno de sus ángeles, intentó interceder ante El Señor, y dando su mejor esfuerzo, a causa de tanta pena que  Pablo le inspiraba, habló con Dios:
-Padre, mira a este pobre muchacho, mira cuanto dolor hay en su alma, si tan solo lo ayudases un poco, con un solo acto calmarías sus infiernos, borra su memoria.
-Ayh santo, mi santo, lo que Pablo no ve es que debe enfrentar lo sucedido y aprender de aquello, acaso no ve la suerte que tuvo de salvarse de aquel accidente? acaso no ve cuánto lo amó su abuela? cuantas oportunidades tuvo de ver que aquella mujer no lo amaba? y cuantas otras mujeres dejó pasar por necio?
-Bueno padre, pero es humano, y ellos suelen equivocarse y ver solo lo malo cuando la vida les pega duro, pero ten piedad y dale un mano, no puedo verlo así.
-Está bien, su deseo será concedido.
Y así fue.
Caminando una noche oscura, a la vuelta de la esquina, aguardaba un cable cortado, colgando hasta el suelo, saltando de energía, esperando por él. No era obra del destino, era la respuesta a sus súplicas.
No detuvo su paso hasta aquel encuentro, no era sincronicidad, era obra de su ángel.
La corriente recorrió cada una de sus neuronas, buscando lo que debía desaparecer. Borró cada recuerdo ingrato y un poco más también. Puesto que no era obra de la suerte, era obra de Dios.
Despertó en un hospital, con tubos y cables por donde pudiese mirar, o sentir, con luces que lo encandilaban y un mareo atróz.
Pablo Luis Aldo Perez ya no era Pablo Luis Aldo Perez, era un hombre sin memoria, más, era un hombre sin nombre, sin recuerdos, ni buenos ni malos. Dios había escuchado sus plegarias y ni siquiera podía notarlo.
Más, para su desgracia, la sensación de no saber quien era no ha de ser muy grata y se lamentó por no reconocerse. Peor aún, aquellos recuerdos que quiso borrar ahora los añoraba, sin saber que han sido la causa de su dolor, de su desmemoria.
Yo prefiero llamarlo "el hombre del paradójico deseo", ya que su deseo de olvidar ahora se ha convertido en lo contrario.
Y a partir de aquel día su cometido sería descubrir quien era. Su deseo era ahora recuperar lo que ha perdido, saber cual fue si vida, qué lo trajo hasta allí.
Viendo esto, avergonzado el ángel, fue a hablar con Dios, una vez más.
-Padre, he de perdirte disculpas. Accediste a mi requerimiento, hiciste lo que él ha pedido, pero aún así, Pablo es un hombre desdichado y quiere desandar tu obra, reconstruyendo su historia. Al final no entiendo Señor, los hombres nunca se conforman con lo que les toca, sea bueno o malo. Lamento haber hablado por él, pues de nada ha servido.
-Entiendo lo que dices ángel querido, pero no has de preocuparte, pues mis intenciones no eran la sola desmemoria, ahora el pobre tiene un motivo y, más importante aún, el deseo de enfrentar la vida, lo que le ha tocado, con sus cosas buenas y malas, con sus ángeles y demonios. Ahora trabaja por reconciliarse con sigo mismo. Puesto que toda persona debería capitalizar lo que ha vivido y aprender de eso.

8 comentarios:

  1. Excelente! Me encantó, es un relato perfecto!

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  2. muy lindo, y es verdad, siempre que nos pasa algo que no nos gusta deseamos poder olvidar ignorando así el verdadero sentido que tuvo eso que nos paso.La vida nos pone a prueva,está en nosotros aprender y enfrentarla para el dia de mañana ser mas sabios y entender que un tropezon no es caida

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  3. gracias :)..
    y si, en el momento es difícil, pero a la distancia podemos ver que todo lo que pasa tiene un sentido, un aprendizaje, una casualidad o causalidad...

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  4. Respuestas
    1. muchas gracias Remy! ando media perdida del blog pero ya escribiré :)

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